Los días 30 y siguientes del mes de junio de 2011 se desarrolló en la Universidad de Cádiz el curso de verano titulado Historia e Historieta: del reflejo social a la fuente histórica. A él asistieron autores y estudiosos, alguno de los cuales es socio de la ACyT, en este caso Antoni Guiral. Es por ello que hemos querido recordar el acontecimiento con una buena crónica que ha elaborado nuestro colaborador y también participante en esas jornadas académicas José Joaquín Rodríguez:
Desde hace algunos años, el interés por la historieta ha comenzado a llegar a las universidades españolas. Los estudios de género, las filologías, la pedagogía y los estudios culturales han comenzado a descubrir en las viñetas una fuente más, y han comenzado a aparecer, si bien con cuentagotas, publicaciones y cursos que resultan muy atractivos a los estudiantes.
La Universidad de Cádiz ha sido pionera en este tipo de actividades. Los Cursos de Verano de San Roque ofrecieron durante varios años seminarios teóricos muy interesantes, dirigidos por el dibujante Carlos Pacheco. El Vicerrectorado de Alumnos creó la primera Tebeoteca Universitaria Andaluza, y ahora prepara una revista teórica centrada en el mundo de las viñetas. Y hace apenas un mes y medio se celebraba un curso de verano en plena capital, Historia e historieta: del reflejo social a la fuente histórica.
Dirigido por Rafael Marín, el curso ha contado con figuras destacadas de la ilustración, como el ya mencionado Pacheco, Carlos Giménez y Paco Roca, pero también con teóricos como el propio Marín, Toni Guiral y yo mismo.
No voy a entrar a relatar de qué fue cada curso, para eso ya está el magnífico blog de Rafael Marín , sino que prefiero centrarme en la idea del curso, cómo se llevó a la práctica y finalmente comentar un poco las impresiones del público, con el que hablamos en todo momento y que nos dejaron unas memorias evaluando las sesiones.
La idea principal del curso fue mostrar el cómic como un medio de comunicación, y como tal, un medio capaz de mostrar la época en la que fue cada historieta fue creada (convirtiéndose así en fuente histórica), pero también un medio capaz de reflejar el pasado, como una película o una novela (convirtiéndose por lo tanto en una herramienta educativa).
A partir de esa idea inicial, Rafael Marín contactó con dos historiadores del cómic, Toni Guiral y yo, para que desarrolláramos las vertientes más teóricas. A Toni le tocó una parte muy hermosa, la de explicar cómo era la editorial Bruguera y por qué sus cómics fueron el reflejo de la España franquista (no sólo en cuestiones de personajes, también en el paternalismo hacia los empleados y la lucha implacable y sucia contra toda competencia); mi parte se refería al empleo del cómic histórico como herramienta en el aula, un tema muy interesante de cara a la enseñanza de la historia pero también a la perpetuación de la afición al cómic.
Por su parte, Carlos Pacheco demostró que es mucho más que un dibujante de primer: es un aficionado que ama y entiende el medio. A través de un hermoso repaso a los cómics estadounidenses de los años 70 nos fue mostrando cómo los superhéroes fueron, en no pocas ocasiones, un excelente modo de hablar sobre las tensiones sociales que existían en aquellos complicados años de Vietnam, la crisis del petróleo y la lucha por los derechos civiles.
Luego, Giménez, Roca y Marín remataron con charlas sobre sus obras históricas. En el caso de Giménez, Paracuellos y Barrio fueron los puntos clave, mientras que Roca habló del reciente álbum El invierno del dibujante y Marín de su trabajo en 12 del Doce.
El resultado fue muy coherente, puesto que junto a las ponencias teóricas estaban las charlas más abiertas con los autores, lo que permitió que tanto los aficionados al cómic como aquellos que no tenían demasiada idea (y había gente que no sabía quién era Zipi y Zape, para que se hagan una idea) saliesen comprendiendo mejor el medio, con ganas de leer un puñado de obras que desconocían, y sabiendo que si algún día eligen el camino de la enseñanza tendrán una herramienta más a su disposición.
A eso hay que sumar la tremenda simpatía de los artistas, obviamente, que no dudaron en interactuar con el público (desayunábamos todos juntos, por ejemplo) y permitió que a los asistentes se les disparase la lengua a la hora de hacer preguntas y sugerir ideas. Posiblemente esa fue la gran ventaja del curso: aunque fue teórico, también fue muy divulgativo, y los autores no fueron personas lejanas e inaccesibles, sino enamorados de la historieta cuyo principal interés era compartir sus conocimientos con el público.
La imagen de cabecera muestra a Rafael Marín, organizador del curso, con el autor Carlos Giménez. La foto la hemos tomado de tebeoteca-uca.blogspot.com.
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