Crónica: José Manuel Hinojosa Fotografías: Manuel Díaz Bejarano
El IV Salón del Manga de Sevilla se ha celebrado los días 1, 2 y 3 de abril en un edificio precioso, el Casino de la Exposición, muy alejado de las típicas naves industriales donde suelen celebrarse otros eventos de este tipo. El Casino de la Exposición se encuentra, además, en un lugar céntrico, a cinco minutos apenas de una plaza de España que ha sido restaurada hace poco y resulta ahora inmensamente hermosa al viajante y a unos siete minutos de la catedral y la Giralda, lugares emblemáticos de Sevilla. Así, estos días en el salón se han convertido también, para muchos aficionados, en una visita obligada a los lugares más simbólicos de una ciudad en la que el carril bici y los paseos por la ciudad, debido a la peatonalización del centro, han crecido de forma espectacular. La presencia de las bicicletas cautivó a una de las autoras que se encontraba allí, Belén Ortega, así como la ubicación del salón en el Casino encantó a muchos de los autores, que se lo hicieron saber a Eugenia Lara, directora del Salón del Manga de Sevilla, con la que compartimos un buen rato. Se acercaron a este salón todo tipo de personas, desde adolescentes que estudian en institutos de poblaciones cercanas a Sevilla a universitarios como José María Lobato y Javier Gil, de Algeciras, que asistieron al certamen para escapar de la rutina de unas horas de estudio.
Ella nos informó sobre algunas de las características propias de este salón. En primer lugar, comparó las visitas del viernes de este año con las del año pasado y se mostró contenta al saber que se habían duplicado. Eugenia temía la posible masificación en un edificio realmente hermoso y acogedor pero un tanto pequeño. El número de asistentes este año ha sido estimado en 16.500, sobrepasando en 1.500 los del año pasado. En cuanto a las ventas, se mostró bastante optimista, ya que, a pesar de la crisis que asuela a todos los sectores económicos del país, el volumen de las mismas fue el mismo que el del año pasado.
El viernes estuvieron Irene Rodríguez y Noiry hablando de sus nuevos trabajos. Recordemos que cerca de la sala de conferencias estaba montada una exposición con bocetos y acabados del cómic de Irene Rodríguez La canción de Ariadna, libro de lectura obligatoria en tres colegios de Carmona gracias a Rafael Jiménez y su asociación, Carmona en Viñetas.
El sábado, a las seis de la tarde, se realizó un gesto muy emotivo para recordar a todos los que estaban en el salón la tragedia ocurrida en Japón en estas últimas semanas. Todo el público concentrado allí guardó un minuto de silencio respetuoso en recuerdo de todas las víctimas de Japón. La gente se portó de forma muy respetuosa y hubo un gran aplauso al final. Otro de los grandes gestos de este festival fue el de reunir a todos los autores de la línea Gaijin de Glénat para crear un inmenso mural, realizado de forma espontánea para, como nos dijo Eugenia, mostrar a Japón que no están solos en este terrible momento. Es más, según los mismos autores, fue una forma genial de autopromocionarse, incluso más que una charla, porque el público pudo ver cómo sus mangakas preferidos dibujaban en directo. Muchos de los presentes se volcaron con la iniciativa y no paraban de hacer fotografías y vídeos del proceso en directo.
El sábado, el día con más visitas del salón, hubo varias charlas: por la mañana estuvieron Kenny Ruiz y Studio Kôsen hablando de sus últimos proyectos. También tuvo lugar la presentación de Jesulink, creador de la parodia Raruto, y de 5 Elementos. La sala estaba absolutamente llena. Por la tarde se realizó, después de la elaboración del mural, una sesión colectiva de firmas de todos los autores presentes en el salón. Los asistentes hacían cola para poder llevarse firmados los cómics de los autores, con un pequeño dibujo acompañando al autógrafo. El último día, domingo, falló la meteorología, ya que llovió, pero a pesar de esta lluvia, se acercaron al salón familias completas. En definitiva, un fin de semana dedicado al manga que satisfizo tanto a los visitantes, contentos con el emplazamiento del festival y con las actividades, como a los invitados, que declararon haber recibido un buen trato y sentirse cómodos. Según la organización, las ventas fueron buenas, incluso las de fanzines, y las asociaciones colaboradoras también disfrutaron. En palabras de Eugenia Lara, “hemos terminado muy satisfechos y con muchas ganas y fuerzas, para volver el año que viene con una programación que supere a ésta”.
Y si hemos de quedarnos con un momento de los muchos vividos este fin de semana, no puede ser otro que el rato en que los autores empezaron a dar las primeras pinceladas a un mural, a ese papel en blanco que, como diría el creador de Calvin y Hobbes, Bill Watterson, se iba convirtiendo en un mundo mágico que autores y público exploraban a un mismo tiempo.
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